11. LECTURA: CELESTINA ADAPTADA
LA CELESTINA, “ANTIEJEMPLO” MORAL
La Celestina es un texto que deja boquiabierto a cualquier lector. Sorprende porque rompe con la idea que hemos interiorizado a lo largo de nuestra infancia; y es que un texto literario (sobre todo si goza de prestigio) encierra siempre un buen ejemplo.
Los lectores jóvenes (tal vez porque mantienen vivo el recuerdo de los cuentos infantiles) conciben una única forma de ejemplo: el ejemplo moral. Por eso, cuando leen una obra como La Celestina (y la entienden) piensan que no la entienden. Los personajes que aparecen en ella son malos. Malos de la peor especie, malos egoístas y mezquinos, malos que fingen lealtad, amor. Malos que no controlan sus pequeñas pasiones (el sexo y el deseo de dinero), y que traicionarían y venderían a cualquiera con tal de satisfacer esas apetencias.
Cuando un lector inexperto comprende esto, cree inmediatamente que se ha equivocado en algo, que no ha leído bien ¿Qué ha hecho esta obra para merecer ser un clásico? ¿Dónde está su moraleja? ¿Qué enseñanza se puede sacar de tanta ponzoña?
LA INTENCIÓN FALLIDA DE FERNANDO DE ROJAS
La verdad es que el autor, Fernando de Rojas, se esfuerza en explicarnos su buena intención. Escribió la obra para que los jóvenes sepan cómo protegerse del amor y de los traidores. Pero la verdad es que lo único que vemos en La Celestina es el retrato detallado y vivo de personajes de muy baja estofa: chulos, prostitutas, niños ricos malcriados y caprichosos, viejas avarientas, criadas resentidas, padres y madres que están en Babia. En fin, nadie sale favorecido en la foto.
Tal vez Fernando de Rojas quiso ponernos ante un ejemplo moral, pero la verdad es que eso no le salió. Sin embargo, abrió de par en par una ventana a la sociedad de su tiempo y al alma humana de todos los tiempos. Y eso sí lo hizo bien, muy bien.
UN EJEMPLO LINGÜÍSTICO
Para pintar este cuadro, tan alegre y tan sombrío a la vez, utilizó una lengua, la nuestra, que era entonces muy joven. La copió tal y como la oía en la calle, con sus refranes, sus palabras vulgares y sus poesías. Le perdió el respeto a las modas literarias para honrar el idioma que hablaba. El resultado fue un ejemplo: un modelo lingüístico que ha merecido el elogio y la admiración de cuantos nos hemos acercado a su obra.
SOBRE EL AUTOR
Sabemos poco de Fernando de Rojas: que estudió leyes y que pertenecía a un grupo social al que se le conocía como cristianos nuevos. Los cristianos nuevos eran descendientes de judíos, que por propia voluntad o ala fuerza (este segundo caso fue frecuente a partir de 1492) habían cambiado de religión y se habían convertido al cristianismo (por eso también se les llamó conversos).
FERNANDO DE ROJAS CONVERSO
No es difícil de suponer que una persona a la que se le obliga a cambiar de fe le cueste un poco adaptarse a la nueva situación. Las personas no creen en una u otra cosa porque salga una ley que lo mande, detrás de la fe hay siempre una cultura y una tradición que no se borra por decreto.
Cuando leemos La Celestina pensamos que, a lo mejor, Fernando de Rojas ya no creía en nada. No creía en la lealtad de los sirvientes, ni en los amigos, ni en los caballeros, ni en la sociedad, ni en la moralidad de la gente, ni en el amor, ni en la vida. De ahí esos tintes oscuros que aparecen en su obra.
PRIMERA EDICIÓN. SOCIEDAD
Los lectores de su tiempo recibieron muy bien el texto, gustó. Se publicó por primera vez en 1499 en Burgos, hacía solo siete años que Cristóbal Colón había descubierto América y reinaban en España los Reyes Católicos. Este es período llamado Edad Moderna. El mundo feudal se termina y la ciudad se convierte en un lugar importante, Lleno de actividad comercial. Una nueva clase social se abre paso: la burguesía.
EDICIONES
A estos lectores les interesó tanto la obra de Fernando de Rojas que se tuvo que volver a editar en los años 1500 (Toledo), 1501 (Sevilla) y aparecieron varias ediciones fechadas en 1502. Sabemos que algunas de ellas son posteriores, pero se fechaban en este año para burlar impuestos a la actividad editorial aparecidos en 1503.
AMPLIACIÓN DEL TEXTO
Una de las ediciones de 1502 contiene una ampliación, aparecen cinco nuevos actos (los que van del XV al XX). Esta ampliación contiene toda la aventura de Centurio, el matón cobarde que debe encargarse de dar un escarmiento a los amantes. Esta adición ofrece una visión detallada del mundo prostibulario. Y la obra sigue leyéndose. Un éxito.
ÉXITO DE LA CELESTINA
¿Qué vieron en esta obra sus contemporáneos? Probablemente lo miso que vemos los lectores de hoy: un lenguaje natural y divertido y una visión descarnada y real del hombre y de las relaciones humanas.
GÉNERO DE LA CELESTINA
El lector moderno a veces cree que La Celestina es una obra de teatro. Tiene sentido, ya que se encuentra ante un texto dialogado, estructurado en actos y que usa en su título palabras como comedia o tragicomedia. Sin embargo, si alguien llevase a escena la obra completa, obligaría a estar sentado al espectador durante más de diez horas. Demasiado largo. Eso demuestra que, a pesar de su título, el texto jamás se concibió como obra dramática.
¿Cómo explicar, entonces, una forma tan peculiar? Tal vez haya que pensar en una dramaturgia que no estaba destina a la escena, sino a la lectura. El mismo Fernando de Rojas nos lo sugiere en el prólogo. En la búsqueda del género topamos con dos modelos que hay que tener en cuenta: la comedia terenciana (de Terencio, un cómico latino) y la comedia humanística (teatro escolar del s. XV).
Los personajes, la frescura de los ambientes y lo atrevido de las situaciones recuerdan a las comedias latinas de Plauto y Terencio, pero en ellas el conflicto suele resolverse con el escarmiento cómico de la alcahueta y las risas del público. En nuestra obra, los acontecimientos toman derroteros trágicos y los deseos y las pasiones son tiranos que dirigen los actos de los hombres. Eso no da risa. En el Renacimiento prosperó un género que se conoció con el nombre de comedia humanística. Era una forma de teatro en latín que se usaba como herramienta docente en escuelas y universidades. Parece que ni la lengua, ni el tema, ni la finalidad de La Celestina se ajustan en la totalidad a ninguno de los géneros mencionados.
A veces imagino a Fernando de Rojas como un estudiante cansado y aburrido de los métodos de estudios de su tiempo y que en algún momento de su vida decide burlarse de los libros que le acompañaron durante tantos años: adopta su forma, pero la llena de cosas que nunca habría podido encontrar en ellos. Creemos que La Celestina pudo ser una parodia de los diálogos humanistas y que se escribió para la lectura en voz alta.
TÍTULO
Al principio la obra se presentó como una comedia de amores y su título fue Comedia de Calisto y Melibea. Pero a nadie se le escapó que el verdadero protagonista era el personaje oscuro que todo lo enreda y que vive solo para el placer y el dinero. Y así, la obra pasó a llamarse Libro de Calisto y Melibea y de la puta vieja Celestina. Ese título, además de malsonante, resultaba algo largo, así que ha quedado en lo que hoy conocemos: la Celestina.
EL AUTOR Y LA SOCIEDAD
A pesar de su éxito, no hay que pensar que su autor andaba loco de contento proclamando a los cuatro vientos que era suya. Las cosas que contaba de las personas no eran hermosas. Él se dedicaba a las leyes y tenía un prestigio profesional que mantener. Por si fuera poco, era un converso y estos nunca estaban libres de sospecha. Así que, fuera por lo que fuera, no quiso declarar su nombre, aunque no pudo esconder el orgullo intelectual que sentía y decidió contárnoslo todo en una carta que escribió a un amigo y en unos versos acrósticos. Es decir, versos que encierran un mensaje y que podemos descubrir si leemos en vertical la letra inicial de cada verso.
¿UN AUTOR O DOS?
Como veréis nada más empezar a leer, Fernando de Rojas dice que solo ha escrito desde el acto II en adelante. Tal vez sea verdad, no lo sabemos. Las diferencias de estilo son muy importantes (esto lo descubriréis al llegar al acto II). Algunos piensan que todo fue obra del mismo Rojas, pero en diferentes momentos de su vida. Parece que el principio es más corriente y más optimista que lo que sigue.
EL FINAL
Eso no lo podemos contar, es más interesante leerlo.
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